- Pati, ¿viste que nos decimos “tarada” por cualquier cosa?
- ¿Y qué tiene?
- No, que el otro día Susana dijo que las “Chicas Perla” nos peleábamos siempre. “¿Qué decís, nena?”, le dije. “Si siempre se dicen ‘tarada’ ustedes”.
- ¡Ay, qué mala es!
- Más bien, y yo le dije: “¿No ves que nos decimos así de cariño, porque somos amigas?”
- ¡Más bien! ¿Y ella qué dijo?
- Se rió y se fue, así: “Ja ja ja…”.
- Qué tarada.
- Por eso yo decía, Pati: mejor no nos digamos así, mirá si de afuera se piensan que las “Chicas Perla” nos peleamos.
- Y bueno, pero ¿qué nos importa lo que piensen de afuera? No nos tiene que importar, Nati, si sabemos que somos reamigas.
- No, más bien; pero me da bronca que se crean eso.
- Y bueno, si querés no nos decimos más.
- Yo decía por un tiempo, Pati…
- ¿Como hasta cuándo decís vos?
- No sé, así, hasta que dejen de imaginarse eso. Un mes, no sé, vamos viendo, Pati.
- Y bueno, empecemos con un mes, si vemos que es poco le agregamos otro mes.
- Listo.
- … (Silencio de pantalla en blanco).
- … (Silencio piensa).
- … (Silencio de pantalla en blanco).
- ¿Y cómo nos decimos ahora, Pati?
- ¿Querés que nos digamos ”amiga”?
- ¡Ay, dale! Así les tapamos la boca y no andan diciendo que somos unas peleonas. Digámonos “amiga”, amiga.
- Bueno, amiga.
- ¿A qué querés, jugar, amiga?
- ¡Ay, amiga, a lo que vos tengas ganas, amiga!
- No, amiga, elegí vos… ¡Pati! ¡Si nos decimos “amiga”, ¿no querés que nos hablemos de “tú”, mejor?! ¡Así queda más fino todavía, como esos programas de la tele!
- ¡Buenísimo, Nati! Empieza tú.
- Pati, no me digas que empiece yo si ya empezaste vos, tarada.
- ¡Nati, ¿no quedamos que nos decíamos “amigas”?
- ¡Ay, tienes razón, amiga! ¡Discúlpame! ¿A qué quieres jugar? (se arregla el pelo).
- Me da lo mismo, amiga, ti ¿qué prefieres? (se acomoda el pelo).
- “Tú”, Pati.
- Ay, sí… tú, ¿qué prefieres? (arreglo de pelo).
- ¿Quieres que juguemos a la maestra? Si tú quieres puedes ser la maestra y yo y el perro Rafles éramos…
- Decí, “can”, mejor, Nati.
- ¿Can?
- Es “perro”, pero más fino, más tipo diccionario, ¿entendés?
- Ah, bueno… ¿quieres ser la maestra y que con el can Rafles éramos tu clase y nos felicitabas? (acomoda su pelo).
- De acuerdo; a ver, salí, Nati, y vuelvan a entrar (se pone de pie).
- … (Natacha y el can Rafles salen del cuarto y regresan).
- Adelantes, queridos niños, ¡qué bien se portan!
- ¡Pará, Pati! ¡Si ni entramos, ¿ya nos estás felicitando?! (levemente desesperada).
- Ah, bueno, salgan de nuevo (acomoda su pelo).
- … (Alumnos salen y vuelven a entrar).
- Adelantes, queridos alumnos, ¿gustan pasar a la clase?
- ¡Con mucho gusto, señorita! Vení, Rafles, no te escapes. ¿Quiere que le enseñemos la tarea que está toda correcta?
- Sí, pasa, tú, querida niña… muéstrame tu cuadernoay, qué prolijo! Cuando yo tenía tu edad, también era así de limpia.
- ¡Gracias, señorita! ¡Mi mamá también está muy orgullosa de nuestra educación porque es muy limpia ella!
- ¿Y cómo se llama tu lindo hermanito? (maestra mira al perro).
- Es mi hijo del alma, señorita, su nombre es Rafles, es muy obediente y siempre lo premian por ayudar en la casa.
- ¡Muy bien! ¡Yo, ahora le voy a dar un premio por sentarse tan quietito!
- ¡Pati, no seas! Dame un premio a mí, primero, y después a Rafles.
- ¡Es lo mismo, nena!
- ¿A vos te gustaría que yo le diera un premio primero a Rafles y después a vos?
- ¡Es tu hijo, nena!
- ¡Por eso: yo nací primero, Pati!
- Además, con este juego hablando todo así parecemos dos taradas (fastidio).
- ¡Y bueno, Pati! ¡Si vos quisiste jugar a esto, a mí también me parecía medio tarado el juego! (aumenta la desesperación).
- ¡Qué tarada, nena, ¿y por qué no avisás?! (más desesperada).
- Yo creí que a vos te regustaba, tarada. (aún más más desesperada).
- ¡Nena, a mí me parecía el juego más tarado del universo, nena!
- ¡ENTONCES NO ME PELEES A MÍ QUE YO QUÉ CULPA TENGO, PATI! (patea el piso).
- ¡NATACHA, NENA! ¡SI SOS VOS LA QUE ME ESTÁ GRITANDO! ¡VOS ME PELEÁS! (también patea el piso).
- PERO PORQUE VOS ME RETÁS, NENA, ¡PARÁ DE GRITARME! (dos patadas al piso).
- … (Rafles, asustado, se escabulle con la cola entre las patas).
- ¡ES CULPA TUYA QUE LE HACÉS CASO A SUSANA, NENA! (grita y alza sus brazos).
- ¡A MÍ QUÉ ME IMPORTA SUSANA! ¡LO QUE NO QUIERO ES QUE DIGAN QUE NOS PELEAMOS PORQUE VOS SOS MI AMIGA, TARADA! (la señala, manos crispadas).
- ¡VOS TAMBIÉN SOS MI AMIGA, NENA! ¡Y NO ME IMPORTA LO QUE NOS DIGAN!
- ¡BUENO, ENTONCES DEJÁ DE GRITARME Y VENÍ QUE TE DOY UN ABRAZO!
- ¡¡¡ BUENOOOOOOOOOOO!!! (Pati).
Se abrazan. Abrazo. Abrazo. Risas. Abrazo.